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jueves, 12 de julio de 2012

Agradecimiento a Giuseppe (José)Fuschini de los habitantes de la Boca del Riachuelo por su labor durante la epidemia de Cólera de mayo 1868

Este es un libro con tapas de nacar que fue entregado por los vecinos de la Boca al Dr José Fuschini en agradecimiento a su labor durante la epidemia de cólera en BsAs 1868 




Buenos Ayres, Boca del Riachuelo 

Mayo de 1868

Al
Señor Doctor Don José Fuschini


Muy Señor Nuestro

Cumplimos con un deber de gratitud ofreciendo a Ud. este Álbum en testimonio de reconocimiento por los inapreciables servicios que Ud. nos ha dispensado en la última epidemia, cuando el Cólera penetró en la Boca del Riachuelo y visitó hasta la última repartición de esta colmena de trabajadores. Ud. era para nosotros un amigo.

Hoy que el ministro de la muerte ha desaparecido del seno de esta familia. Ud. es para nosotros más que un amigo es un hermano.

Los hombres que se estrechan la mano en medio de la fiesta se olvidan cuando la luz del día siguiente pone fin a la alegría.

Por el contrario, vínculos que se forman en la hora del dolor, del sacrificio y de la muerte son inquebrantables, eternos.

¿Qué importa encontrar seres que hagan coro del festín ?

Hallar hombres que calienten el corazón que se hiela con el calor del suyo, que ofrezcan su vida por un hermano desconocido, que presenten la caridad de Dios en el hogar desamparado, es encontrar la salud en la enfermedad, el consuelo en el dolor, la esperanza en la desolación.

Nosotros hemos encontrado en Ud. no un compañero para librar la copa de los regocijos, sino el hombre que apura la cicuta con el hermano desgraciado.

La vida es el principio de un camino, más o menos largo, que tiene por último punto de reposo el lecho mortuorio.

Dios ha colocado de trecho en trecho de ese camino, un centinela, que desvía al pasajero de la línea que lo lleva rectamente al campo del eterno reposo, es el ministro de la salud, es el médico.

El centinela no da descanso a sus miembros ni alimenta a su cuerpo, ni da agua a su boca cuando un viento desconocido y poderoso impele a los viajeros hacia la región de la tumba.

Ud. querido Doctor, pertenece al batallón bendito, a los que buscan en los alimentos de la naturaleza la fuerza que han de tener la vida que vuela, la sabia que ha de fortalecer la hoja que se marchita, a la hoja que va a desprenderse del carbol de la humanidad,

Si fuera necesario renovar en la memoria a los que con el corazón agradecido ofrecen a Ud. este humilde testimonio de gratitud, el recuerdo de sus servicios, su caridad para con los enfermos y los desvalidos, sería necesario también agitar las entrañas de este pueblo, descubrir las heridas y presentar a la espectación pública el campo de batalla, que acaba de cubrir el velo del tiempo.

A nosotros nos basta decir que en la aflicción de nuestros hogares estuvo Ud., al pie del lecho del moribundo, que corrió al lado del enfermo bajo el sol abrazador del estío, que los astros de la noche pocas veces no lo vieron cruzar los campos solitarios llevando en su ciencia alivio para los dolores físicos, y en su corazón la palabra que retempla el espíritu de los que se despiden de la familia y de la vida.

Al presentarle a Ud. este testimonio de agradecimiento, invocamos la protección de Dios sobre la cabeza de Ud. y la frente de sus hijos, esperando que ella desviará del hogar de Ud. la visita de la tribulación que ha enlutado a este pueblo que tiene el honor de saludarlo respetuosamente.

Marino Froncini  Prste
José Badorano  Prste

Siguen 383 firmas

1 comentario:

  1. Emocionante Monica querida!!! Que gran orgullo, que amor a su profesión, que lealtad a su juramento!!! Un ser admirable

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