Este es un libro con tapas de nacar que fue entregado por los vecinos de la Boca al Dr José Fuschini en agradecimiento a su labor durante la epidemia de cólera en BsAs 1868
Buenos Ayres, Boca del Riachuelo
Mayo de 1868
Al
Señor Doctor Don José Fuschini
Muy Señor Nuestro
Cumplimos con un deber de gratitud ofreciendo a Ud. este Álbum en
testimonio de reconocimiento por los inapreciables servicios que Ud. nos ha
dispensado en la última epidemia, cuando el Cólera penetró en la Boca del
Riachuelo y visitó hasta la última repartición de esta colmena de trabajadores.
Ud. era para nosotros un amigo.
Hoy que el ministro de la muerte ha desaparecido del seno de esta
familia. Ud. es para nosotros más que un amigo es un hermano.
Los hombres que se estrechan la mano en medio de la fiesta se olvidan
cuando la luz del día siguiente pone fin a la alegría.
Por el contrario, vínculos que se forman en la hora del dolor, del
sacrificio y de la muerte son inquebrantables, eternos.
¿Qué importa encontrar seres que hagan coro del festín ?
Hallar hombres que calienten el corazón que se hiela con el calor del
suyo, que ofrezcan su vida por un hermano desconocido, que presenten la caridad
de Dios en el hogar desamparado, es encontrar la salud en la enfermedad, el
consuelo en el dolor, la esperanza en la desolación.
Nosotros hemos encontrado en Ud. no un compañero para librar la copa de
los regocijos, sino el hombre que apura la cicuta con el hermano desgraciado.
La vida es el principio de un camino, más o menos largo, que tiene por
último punto de reposo el lecho mortuorio.
Dios ha colocado de trecho en trecho de ese camino, un centinela, que
desvía al pasajero de la línea que lo lleva rectamente al campo del eterno
reposo, es el ministro de la salud, es el médico.
El centinela no da descanso a sus miembros ni alimenta a su cuerpo, ni
da agua a su boca cuando un viento desconocido y poderoso impele a los viajeros
hacia la región de la tumba.
Ud. querido Doctor, pertenece al batallón bendito, a los que buscan en
los alimentos de la naturaleza la fuerza que han de tener la vida que vuela, la
sabia que ha de fortalecer la hoja que se marchita, a la hoja que va a
desprenderse del carbol de la humanidad,
Si fuera necesario renovar en la memoria a los que con el corazón
agradecido ofrecen a Ud. este humilde testimonio de gratitud, el recuerdo de
sus servicios, su caridad para con los enfermos y los desvalidos, sería
necesario también agitar las entrañas de este pueblo, descubrir las heridas y
presentar a la espectación pública el campo de batalla, que acaba de cubrir el
velo del tiempo.
A nosotros nos basta decir que en la aflicción de nuestros hogares
estuvo Ud., al pie del lecho del moribundo, que corrió al lado del enfermo bajo
el sol abrazador del estío, que los astros de la noche pocas veces no lo vieron
cruzar los campos solitarios llevando en su ciencia alivio para los dolores
físicos, y en su corazón la palabra que retempla el espíritu de los que se
despiden de la familia y de la vida.
Al presentarle a Ud. este testimonio de agradecimiento, invocamos la
protección de Dios sobre la cabeza de Ud. y la frente de sus hijos, esperando
que ella desviará del hogar de Ud. la visita de la tribulación que ha enlutado
a este pueblo que tiene el honor de saludarlo respetuosamente.
Marino Froncini Prste
José Badorano Prste
Siguen 383 firmas
Emocionante Monica querida!!! Que gran orgullo, que amor a su profesión, que lealtad a su juramento!!! Un ser admirable
ResponderEliminar