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viernes, 21 de septiembre de 2012

Patricia, Gustavo y yo durante la epidemia de poliomelitis Año 1956


Durante el transcurso del verano del año 1956 el país se vio conmocionado por la expansión y la virulencia de la Poliomielitis, enfermedad infecciosa altamente contagiosa también conocida como Parálisis Infantil. La misma se extendía a lo largo de todo el país a excepción de algunas provincias como Santa Cruz y el por entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, afectando alrededor de 6.000 niños con severo compromiso motriz y respiratorio. Los titulares de los periódicos reflejaban, de modo dramático, la urgencia de combatir la polio y asistir a los afectados. El recuerdo que queda de aquella época aún perdura en la memoria de quienes vieron casi con impotencia el horror del avance de la enfermedad. Lo más espantoso de la enfermedad fue que afectó principalmente a la población comprendida ente 1 y 15 años.

Nosotros vivíamos en Haedo y allí se produjo un caso que tuvo bastante notoriedad en la población, porque se trataba de la hija de un médico muy conocido, que vivía a pocas cuadras de casa. Mis padres tomaron una drástica solución, nos llevarían a Villa Mercedes San Luis donde vivían mis abuelos. El inconveniente mayor era cómo viajar a Mercedes, ya que muchos pobladores de Buenos Aires huyeron despavoridos con sus hijos para ponerlos a salvo de esta epidemia. Así, de un día para el otro, mi mamá hizo las valijas y fuimos directamente a Retiro para sacar el pasaje en el primer tren que saliera para San Luis. Yo debía tener unos 7 años y recuerdo el loquero que era la estación de trenes llena de gente peleando por un lugar en el tren. Por suerte un primo de mi mamá de apellido Gándara tenía un puesto de diarios en la estación, y fue él quien nos consiguió el pasaje. Allí no terminó la historia, porque lograr subir al tren fue otro capítulo. Recuerdo que mi madre y nosotros tres viajamos los 700 km hasta Villa Mercedes en un solo asiento doble, con mucha gente alrededor que tuvo que emprender el viaje sin asiento.

Mamita tuvo que volver a Buenos Aires, ya que trabajaba y así quedamos al cuidado de mi abuela Margot, a la que llamábamos Mamama, durante unos tres meses. De esa etapa no me acuerdo de nada, pero por suerte encontré varias cartas escritas por mi abuela a mi mamá en la que le contaba como estábamos los tres: Yo que tenía 7 años, Patricia 5 años y Gustavo 4. En la casa también estaban mi tía Nora con su hija Nora Inés y mi prima Blanquita, todos escapados de Buenos Aires y la epidemia.

Buenos Aires - Mercedes  Viajando en "El Cuyano" 





1 comentario:

  1. Muy bonito tu relato. En muy pocas palabras has resumido con ajustada realidad la vivencia de nuestros padres y también la visión de nosotros, los niños de aquella época. Unos de un modo, otros de otro, y en distintos lugares de esta Argentina, empezábamos a conocer sobre esta enfermedad y sus secuelas. Por suerte para nosotros y nuestros hijos y nietos, aquellos horrores de la epidemia de poliomelitis del año 1956 han quedado en la historia. Nuevamente, muy lindo el relato.

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