Hoy 24 de octubre se cumplen 136 años del nacimiento de la Nonita, mi abuela paterna, y lo festejo contando su historia.
Teresa Herminia Gervaso tenía estudios primarios completos y fue una mujer inteligente y con mucha personalidad.
Hija mayor de Juan Gervaso y de
María Capdevielle había nacido en Salto, Uruguay el 24 de octubre de 1876. Su padre era italiano nacido en Brescia,
Piamonte, de profesión orfebre y su madre era francesa de Sainte Marie, cerca
de Burdeos, casados en Buenos Aires en la Parroquia de San Ignacio, el 23 de
diciembre de 1875.
Herminia con 32 años, el día de su casamiento |
En 1900, cuando muere su padre en
Buenos Aires, la familia quedó en muy mala situación económica y como ella era
la mayor de los hermanos, tuvo que salir a trabajar para mantener a su madre y 5 hermanos. Se empleó en la casa de
modas Gardiol que funcionaba en la calle Florida 578 donde ingresó como vendedora y con el pasar del tiempo mejoró tanto su situación económica y su relación personal con la dueña María Celina Gosset de Gardiol, que cuando
la Sra quedó viuda y se retiró en 1913 más o menos, le compró la Casa de Modas.
En 1910, cuando tenia 32 años se
casó con Gustavo Marcos Pedro Dufour de 40 años y tuvieron tres hijos
- Gustavo Alberto (Vito) nacido el 24 de agosto de 1911
en Buenos Aires
- Marcos Juan (Coco) nacido el 30 de enero de 1913 en Buenos
Aires
- Herminia Ester (Chicha) nacida el 22 de mayo de 1919 en
Buenos Aires
En 1913 la Casa de Modas se mudó a
Florida 589, casa de dos pisos. En el primero estaban los salones de venta y de
prueba, el escritorio de su esposo Gustavo Dufour que llevaba la contabilidad
del negocio, el taller en un patio techado con vidrios, un baño y al fondo un
patio donde daban la cocina, un comedor de diario y una escalera que llevaba al
entrepiso. El segundo piso estaba habitado por la familia Tenía siete
habitaciones y un baño. La casa construida a fines del siglo XIX tenía
ascensor, pese a ser antigua. En ella vivían Gustavo y Herminia con sus tres
hijos y como en muchas familias de origen italiano, también la habitaban la
madre de Herminia, sus hermanas Fedora, Aida y Palmira y el hermano menor
Armando. El otro hermano varón, Roberto, vivía en Mendoza
Fedora la ayudaba en la atención a
la clientela que en general eran personas de sociedad de buen pasar económico. (Un
vestido costaba unos 180 pesos, un traje de novia costaba cerca de los 1000
pesos, mientras que una buena costurera podía ganar unos 120 pesos por mes).
En el taller había entre costureras
y aprendidas unas quince personas, cantidad a la que había que agregar “la
primera” que era la encargada de tomar las medidas y de las pruebas y el sastre
que era hombre y que solo se ocupaba de los sacos de “tailleurs”. Las telas
eran traídas desde Francia … brocatos ricamente bordados, sedas, etc (1)
La parte contable de la Casa de
Modas era llevada por su esposo, pues el cobro debía hacerse con mucho tino
dada la calidad de la clientela. Las familias pudientes de BsAs compraban allí
la ropa con cuenta corriente y normalmente se enviaba una factura a fin de mes,
porque no se podía pensar en cobrar contra entrega. En 1925 fallece su marido y
es reemplazado en por el Sr. Imsand que no estaba en forma permanente en el
negocio. Es probable que en este período entre 1925 y 1930 las cobranzas no se
hicieran regularmente y además se sumó la crisis de 1929 que llevó a la quiebra
a la casa de modas. Una vez cerrada la casa de modas, Herminia no volvió
a trabajar y solo se ocupó de las tareas domésticas. Cuenta mi papá que era una especialista en
disponer la ropa blanca ordenada en los roperos.
La familia (formada por Herminia, sus hijos, su mamá y sus
hermanos) vivió en la casa de Florida 589 hasta mayo de 1930. Allí se casaron Fedora
con Rafael Lassalle en 1928, siendo padrino de bodas el Intendente de
Avellaneda Don Alberto Barceló.
A partir del cierre de la Casa de Modas, Rafael Lasalle se
hizo cargo de la familia la que se mudo en mayo 1930 a un departamento en la
Av. Mitre de Avellaneda a media cuadra de la plaza y posteriormente a un
segundo piso en la calle Belgrano casi esquina Lavalle, también en Avellaneda.
Finalmente años después Herminia, sus hijos y el matrimonio
Lasalle se fueron a vivir a “la Quinta” en City Bell mientras que su mamá María
Capdevielle y sus hermanas Palmira y Aida lo hicieron a un departamento en la
calle Lavalle al 300 entre San Martín y Reconquista (Edificio Loma Negra) donde
vivieron hasta que falleció la primera.
La quinta se llamaba "Las Calas" porque eran estas flores las que abundaban en la Quinta. En la foto mi abuela Herminia y su hermana Palmira |
“La Quinta” era un lote de cinco hectáreas y media ubicado
en el camino General Belgrano en City Bell (hoy Gonnet) entre calles Mitre y Federico Lacroze que en un principio tenía solo una casa de madera con un dormitorio,
comedor, baño y cocina y en el que posteriormente el matrimonio yugoslavo de
José y Petrona con su hijo Josecito, que cuidaban el predio, construyeron una
casa de mampostería con dos dormitorios, sala comedor, baño y cocina. A esta
casa que llamábamos “La casa vieja” (2)
fue a vivir la familia cuando se mudaron a La Quinta en 1933
En realidad esta propiedad era de Rafael Lasalle y su mujer
Fedora, hermana de Herminia, pero en ella vivió siempre el mismo grupo familiar
que nunca se desmembró. Es mas, creció porque también vivieron en la casa Coco, con su esposa Teresita y su hija Pelusa.
En 1936 se empezó a edificar la casa definitiva que se
terminó cerca de 1940, una casa señorial de 400 metros cubiertos con galería.
Tenía un gran comedor, un living donde se atesoraban los recuerdos traídos de
los viajes de Fedora y Rafael, un jardín de invierno, habitaciones y
dependencias varias. Aparte se construyó un gran garage y depósito. Tenía un tanque australiano que
servía de piscina y un molino que en un principio daba agua a la vivienda.
Mi tía Chicha y yo en el tanque australiano. Al fondo se ve la casa terminada en 1940 - Foto de 1950 aproximadamente |
La Nonita (3) vivió en esa casa
hasta que falleció a los 93 años en 1970. Fueron 30 años en los que la casa
cambió de habitantes, ya que algunos murieron y otros se agregaron. El primero
en fallecer fue Rafael que era el sostén de la familia y eso obligó a vender
parte de los terrenos de alrededor de la casa. De esa manera el barrio se fue
poblando con nuevos vecinos. Finalmente la propiedad quedó reducida a una
manzana con la casa en el centro del terreno y se accedía por la actual calle
486 que topaba en el portón de ingreso.
Como dije los habitantes
de la casa fueron mutando, se agregaron algunos, pero el grupo original vivió allí
hasta que cada uno partió a su morada definitiva. Así fueron falleciendo
Fedora, Aida, Palmira y la última de esta generación fue Herminia en 1970. Pero
la casa también se nutrió de gente joven ya que la familia de Coco, su mujer
Teresita y su hija Pelusa vivió allí muchos años, hasta que se mudaron a
Quilmes. Y allí también vivió Chicha cuando formó su familia con mi tío Cacho
(Oscar Lapalma) y sus hijos Oscarcito y Cecilia. La casa (4) fue habitada hasta hace pocos años por mis primos Oscar y Cecilia.
Notas de Mónica:
(1)
En
oportunidad de visitar La Quinta, siendo ya más grande, recuerdo que
encontraron muchas de esas telas en un ropero, apolilladas y deshechas por el
paso del tiempo. Aida era quien guardaba
todo y había muerto un tiempo antes.
(2)
De
chicos pasábamos las fiestas en La Quinta y nos tocaba dormir en “la Casa
Vieja”. Es más, mi hermano Gustavo nació alli un 23 de diciembre, ya que se le
adelantó el parto a mi mamá
(3)
Nosotros
la llamábamos Nonita y la recuerdo ya viejita, con el pelo bien blanco, pero
siempre una linda mujer
(4)
Hace
pocos días pasé por La Quinta, que ahora pertenece a otros dueños, y pude ver
que aun conservan el molino, pero que levantaron el tanque australiano y
construyeron una pileta, La casa fue ampliada, pero de afuera mantiene su majestuosidad,
aun cuando está un poco deteriorada …. Me trajo muchos recuerdos
(5) Pude contar esta historia gracias a que mi papá dejó escritas sus memorias y la pucha ...Qué memoria que tenía !!!
(5) Pude contar esta historia gracias a que mi papá dejó escritas sus memorias y la pucha ...Qué memoria que tenía !!!
Me encantooooo!!! Cuanta luz traes a tanto misterio. Tengo enormes y encantadores recuerdos de la quinta, con su glorieta, parras, perros y salones majestuosos. Siempre soñe con quedarmela y las vueltas de la vida hacen que ahora viva en un entorno muy parecido, me falta el tanque australiano pero tengo el arroyo y el molino, algun dia estara por aca tambien. Gracias dejar estos recuerdos.
ResponderEliminarBonito recuerdo y lindo homenaje a tu Abuela al cumplirse los 136° aniversario de su nacimiento. Creo que el recordar a los ancestros, aunque sea con unos pocos recuerdos propios, con recuerdos cortos y anécdotas, es rescatarlos del pasado, es honrar su memoria y también las cosas que ellos hicieron. Me gustó mucho tu relato, Mónica.
ResponderEliminarComentario de Maria Laura Dufour (Pelusa)
ResponderEliminarQuerida Moni: Hoy te voy acontar cosas que me dijeron tanto papá como Vito y Chicha; la nonita tenía comoclientas a damas muy importantes,entre ellas se encontraba la amante de Alvear; tu padre y el mio, como vivían arriba del taller se entretenían tirando cohetes por el inodoro cuando alguna dama pedía para ir al baño. Cuando se mudaron a la quinta, mientras vivían en la casa vieja, donde nació Gustavo, mientras tanto se construia la casa grande y la diseñaron Fedora y la nonita de esta manera: una se paraba en un lado y la otra caminaba hasta que a alguna de las dos le parecía suficiente y ahi determinaban que sala iba a ir; solo puertas en los baños y cocina en las habitaciones arcadas con cortinas. Otro tema fue Fedora, maniatica por la limpieza,se levantaba a las 4 de la mañana y barría desde la casa hasta la entrada que serian unas 3 cuadras de cada lado del caminito bordeado de casuarinas, tanto barrió que afloraron las raices de los árboles un día de invierno, luego de la barrida, se bañó y le dío el ataque de hemiplejia, que le dejó la boca torcida hasta su muerte.Armando: como bien decias vivió sus ultimos años en Quilmes, donde en una oportunidad, fuimos con Cesar, para ver como estaba y lo encontramos en una casita muy sencilla, pero lo gracioso,era que tenía una oveja, para no tener que cortar el pasto. De joven era muy buen violinista y cuentan que iba muy seguido al gallinero del Colón con la barita del violin y si le parecía que alguna nota no estaba bien, con la barita golpeaba la baranda. Espero Moni que algo de esto te sirva. Besos para todos Pelusa