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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Más recuerdos de Villa Mercedes


Sigo con mis recuerdos de nuestras vacaciones en Mercedes. 

Generalmente pasábamos la mayor parte de los días de vacaciones en la casa de la ciudad, pero para nosotros era muy divertido ir a pasar unos días al campo.
Por eso el día que mis abuelos decidían ir al campo preparábamos los bolsos y nos levantábamos temprano para tomar “La Costera”, un ómnibus que hacía el recorrido Mercedes-Río Cuarto. Nuestro recorrido era corto porque “La Saboya” estaba a 8 Km de la ciudad. La Saboya era el nombre del campo del que eran propietarios mis abuelos y estaba ubicado a la vera de la Ruta Nacional Nº8, en el tramo que une Villa Mercedes con Río Cuarto. Era un campo de aproximadamente 400 hectáreas en el que Margot y José criaban animales y plantaban forrajeras según recuerdo. Lo compraron antes de 1920 y lo vendieron en 1967. Fueron muchos años de lucha para sacarlo adelante, con sus alegrías y tristezas y con los vaivenes de diversos climas, pestes y buenas cosechas.

En La Saboya Año 1955  Margot, mi abuela y mi mamá Anita, abajo Junior, Monica, Gustavo y Patricia

Bajábamos del ómnibus en el cruce de la ruta 8 con el canal y debíamos cruzar las vías del ferrocarril para llegar a la tranquera de ingreso al campo. Ese cruce se hacía dificultoso debido a los cañaverales que crecían y se multiplicaban a lo largo de los rieles y porque además teníamos que cruzar los alambrados que delimitaban el ferrocarril.
Cuando llegábamos a la tranquera nos estaba esperando el sulky para llevarnos hasta la casa, que quedaba un par de kilómetros hacia adentro, bordeando el canal. Para nosotros, los chicos, era toda una aventura y disfrutábamos subiendo al sulky, que generalmente manejaba el peón encargado del campo. Subíamos el equipaje y las personas y … partíamos al trote del caballo por una calle de tierra que llegaba primero a la casa de los peones y mas adelante, en la parte alta del campo, a la casa que habitaban mis abuelos.
La casa del campo era una casa sencilla hecha de ladrillos y techo de chapa, pero tenia todas las comodidades excepto luz eléctrica. Si tenía agua corriente, ya que mi abuelo había construido un gran aljibe en la parte mas alta del campo donde encontró agua dulce y con un molino bombeaba el agua a través de cañerías hasta la casa, todo un adelanto para la época. La casa estaba en el medio de un monte de árboles que habían sido plantados por mis abuelos cuando compraron el campo allá por la década del 20. En un costado había una zona con árboles frutales, cuyos frutos mi abuela aprovechaba para hacer todo tipo de mermeladas caseras. Y mas atrás estaban las plantaciones de hortalizas y verduras. Recuerdo cuando cosechábamos choclos y nos dábamos una gran panzada. O los espárragos … en mi corta edad no entendía donde estaban, ya que las esparragueras eran montículos de tierra y los espárragos no se veían. Más grande entendí que crecían bajo tierra y en cuanto asomaban los cortaban varios centímetros por debajo del nivel.

Delia Rosa, Monica, Carol y Junior cerca de la casa de los peones


Nuestros días en el campo eran tranquilos. No nos levantábamos demasiado temprano excepto el día que íbamos a ordeñar las vacas … y ordeñar es un decir, porque mirábamos como lo hacía el peón, nunca pude sacar una gota de leche de la ubre de una vaca … tiene su ciencia. Era especial tomar leche “al pie de la vaca”, leche tibia con espuma recién ordeñada, que no me gustaba nada, pero que no podía decir que no me gustaba.
Otros días andábamos a caballo, cosechábamos choclos o jugábamos a la escondida en el campo plantado de alfalfa. Que lindo tirarse sobre las plantas y aplastarlas !! Volvíamos cansados y picados por algún insecto, así que nos tocaba un buen baño, una buena taza de café con leche con todo tipo de dulces y a la cama temprano.
O nos bañábamos en el canal o en las acequias cuando tocaba el agua de riego. Qué enchastre hacíamos con la arcilla que cubría las acequias! Nos embadurnábamos con arcilla pegajosa y qué complicado era sacarla.

Bañandonos en el canal. Debajo del puente había un sifón que para nosotros era la mejor pileta de natación
Blanquita, Monica, Patricia y Gustavo


De la casa recuerdo que los patios eran de tierra y que mi abuela se levantaba temprano para mojarlos y barrerlos. La cocina era independiente de la casa y daba al exterior. Tenía una cocina económica a leña y era el corazón de la casa. Al lado estaba el baño que se comunicaba con el living y de allí se pasaba a los dormitorios que eran dos, uno para las mujeres y otro para los varones.
No había heladera, así que los alimentos se guardaban en una “fiambrera” al aire libre y a la sombra de los árboles, que tenía estantes y una puertita de acceso. Su estructura era de madera y tenía tela mosquitera cubriendo los laterales, lo que permitía que circulara aire y mantuviera los alimentos en buen estado, aunque por poco tiempo. Allí se guardaba la manteca, la carne, etc. Los huevos se traían del gallinero que estaba cerca.
Y con respecto al gallinero tengo una anécdota que quedó grabada en mi mente. Una iguana visitaba el gallinero y se comía los huevos, así que mi abuela le pidió a mi tio Mario Carlos que la cazara. Después de varios días mi tío logró ensartarla con una lanza y le cortó la cabeza. Pensando que estaba muerta la dejó en un costado y ante la mirada atónita de todos nosotros la iguana, sin cabeza, se escapó. La impresión que me causó debe haber sido muy fuerte porque hasta el día de hoy me acuerdo del incidente y me la imagino corriendo sin cabeza. Por suerte, desaparecida la iguana volvimos a comer ricas tortillas de papas con huevos caseros … especiales
En las tardes de verano nos juntábamos debajo de los árboles a tomar mate y comer tortas fritas con azúcar … una de las especialidades de Mamama. Algunas veces mi tio tocaba la guitarra y la noche nos encontraba todavía disfrutando del lugar y de la música. 
¡¡ Si me habrá tocado cebar grandes ruedas de mate … me decían que cebaba unos mates riquísimos y “dile al tonto que es guapo y lo verás trabajar” !!
Hasta que me di cuenta y entonces empecé a cebar unos mates lavados muy feos … je je

Margot y Anita una tarde tranquila



La Negra, Amadeo, Junior, Blanquita, Carol, Delia Rosa, Monica y Mamama

La única foto donde se ve una parte de la casa del campo es una sacada aproximadamente en el año 1934 en La Saboya. La agrego a continuación


en la foto Eduardo, Marta, la Negra y Delia Rosa. Año 1934

1 comentario:

  1. Comentario de Alejandro Kupfer
    Algún pequeño aporte personal de mis tías abuela y abuela (Luisa) es aun al dia de hoy no olvido
    No se si fue mi veintiunica visita a la saboya, mi abuela me llevaba... a mi solo, no a Fernando (mi hno. 3 años mayor). Según dicen la abuela tenía esas preferencias con los nietos y ese era yo. Lo más vívido que tengo es cuando Margot me mandaba a buscar los huevos al gallinero y luego me premiaba con uno fresco, lo pinchaba y yo me lo comía crudo chupandolo. También recuerdo que había una gallina clueca. Estimo que tendría entre 4 y 6 anos (ano 1961/63)
    Nuestras vacaciones fueron mayormente a Viila Dolores y/o Laboulage donde vivian mis tíos Gandara (únicos hermanos varones de mamita) y en su mayoría muy poco prolíficos o solteros sin hijos.

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