Sigo con mis recuerdos de
nuestras vacaciones en Mercedes.
Generalmente pasábamos la mayor parte de los
días de vacaciones en la casa de la ciudad, pero para nosotros era muy divertido ir a pasar unos
días al campo.
Por eso el día que mis abuelos
decidían ir al campo preparábamos los bolsos y nos levantábamos temprano para
tomar “La Costera”, un ómnibus que hacía el recorrido Mercedes-Río Cuarto. Nuestro
recorrido era corto porque “La Saboya” estaba a 8 Km de la ciudad. La Saboya
era el nombre del campo del que eran propietarios mis abuelos y estaba ubicado a la vera
de la Ruta Nacional Nº8, en el tramo que une Villa Mercedes con Río Cuarto. Era un campo de
aproximadamente 400 hectáreas en el que Margot y José criaban animales y plantaban forrajeras
según recuerdo. Lo compraron antes de 1920 y lo vendieron en 1967. Fueron
muchos años de lucha para sacarlo adelante, con sus alegrías y tristezas y con
los vaivenes de diversos climas, pestes y buenas cosechas.
En La Saboya Año 1955 Margot, mi abuela y mi mamá Anita, abajo Junior, Monica, Gustavo y Patricia |
Bajábamos del ómnibus en el cruce de la ruta 8 con el canal y debíamos cruzar las vías del ferrocarril para llegar a la tranquera de ingreso al campo. Ese cruce se hacía dificultoso debido a los cañaverales que crecían y se multiplicaban a lo largo de los rieles y porque además teníamos que cruzar los alambrados que delimitaban el ferrocarril.
Cuando llegábamos a la
tranquera nos estaba esperando el sulky para llevarnos hasta la casa, que
quedaba un par de kilómetros hacia adentro, bordeando el canal. Para nosotros,
los chicos, era toda una aventura y disfrutábamos subiendo al sulky, que
generalmente manejaba el peón encargado del campo. Subíamos el equipaje y las
personas y … partíamos al trote del caballo por una calle de tierra que llegaba
primero a la casa de los peones y mas adelante, en la parte alta del campo, a
la casa que habitaban mis abuelos.
La casa del campo era una casa sencilla hecha de
ladrillos y techo de chapa, pero tenia todas las comodidades excepto luz
eléctrica. Si tenía agua corriente, ya que mi abuelo había construido un gran
aljibe en la parte mas alta del campo donde encontró agua dulce y con un molino
bombeaba el agua a través de cañerías hasta la casa, todo un adelanto para la
época. La casa estaba en el medio de un monte de árboles que habían sido
plantados por mis abuelos cuando compraron el campo allá por la década del 20.
En un costado había una zona con árboles frutales, cuyos frutos mi abuela
aprovechaba para hacer todo tipo de mermeladas caseras. Y mas atrás estaban las
plantaciones de hortalizas y verduras. Recuerdo cuando cosechábamos choclos y
nos dábamos una gran panzada. O los espárragos … en mi corta edad no entendía
donde estaban, ya que las esparragueras eran montículos de tierra y los
espárragos no se veían. Más grande entendí que crecían bajo tierra y en cuanto
asomaban los cortaban varios centímetros por debajo del nivel.
Delia Rosa, Monica, Carol y Junior cerca de la casa de los peones |
Nuestros días en el campo
eran tranquilos. No nos levantábamos demasiado temprano excepto el día que
íbamos a ordeñar las vacas … y ordeñar es un decir, porque mirábamos como lo
hacía el peón, nunca pude sacar una gota de leche de la ubre de una vaca …
tiene su ciencia. Era especial tomar leche “al pie de la vaca”, leche tibia con
espuma recién ordeñada, que no me gustaba nada, pero que no podía decir que no
me gustaba.
Otros días andábamos a
caballo, cosechábamos choclos o jugábamos a la escondida en el campo plantado
de alfalfa. Que lindo tirarse sobre las plantas y aplastarlas !! Volvíamos
cansados y picados por algún insecto, así que nos tocaba un buen baño, una
buena taza de café con leche con todo tipo de dulces y a la cama temprano.
O nos bañábamos en el canal o
en las acequias cuando tocaba el agua de riego. Qué enchastre hacíamos con la
arcilla que cubría las acequias! Nos embadurnábamos con arcilla pegajosa y qué
complicado era sacarla.
Bañandonos en el canal. Debajo del puente había un sifón que para nosotros era la mejor pileta de natación Blanquita, Monica, Patricia y Gustavo |
De la casa recuerdo que los
patios eran de tierra y que mi abuela se levantaba temprano para mojarlos y
barrerlos. La cocina era independiente de la casa y daba al exterior. Tenía una
cocina económica a leña y era el corazón de la casa. Al lado estaba el baño que
se comunicaba con el living y de allí se pasaba a los dormitorios que eran dos,
uno para las mujeres y otro para los varones.
No había heladera, así que
los alimentos se guardaban en una “fiambrera” al aire libre y a la sombra de
los árboles, que tenía estantes y una puertita de acceso. Su estructura era
de madera y tenía tela mosquitera cubriendo los laterales, lo que permitía que
circulara aire y mantuviera los alimentos en buen estado, aunque por poco tiempo. Allí
se guardaba la manteca, la carne, etc. Los huevos se traían del gallinero que
estaba cerca.
Y con respecto al gallinero
tengo una anécdota que quedó grabada en mi mente. Una iguana visitaba el
gallinero y se comía los huevos, así que mi abuela le pidió a mi tio Mario
Carlos que la cazara. Después de varios días mi tío logró ensartarla con una
lanza y le cortó la cabeza. Pensando que estaba muerta la dejó en un costado y
ante la mirada atónita de todos nosotros la iguana, sin cabeza, se escapó. La
impresión que me causó debe haber sido muy fuerte porque hasta el día de hoy me
acuerdo del incidente y me la imagino corriendo sin cabeza. Por suerte, desaparecida la iguana volvimos a comer
ricas tortillas de papas con huevos caseros … especiales
En las tardes de verano nos
juntábamos debajo de los árboles a tomar mate y comer tortas fritas con azúcar …
una de las especialidades de Mamama. Algunas veces mi tio tocaba la guitarra y la
noche nos encontraba todavía disfrutando del lugar y de la música.
¡¡ Si me habrá tocado cebar grandes ruedas de mate … me decían que cebaba unos mates riquísimos y “dile al tonto que es guapo y lo verás trabajar” !!
¡¡ Si me habrá tocado cebar grandes ruedas de mate … me decían que cebaba unos mates riquísimos y “dile al tonto que es guapo y lo verás trabajar” !!
Hasta que me di cuenta y
entonces empecé a cebar unos mates lavados muy feos … je je
Margot y Anita una tarde tranquila |
La Negra, Amadeo, Junior, Blanquita, Carol, Delia Rosa, Monica y Mamama |
Comentario de Alejandro Kupfer
ResponderEliminarAlgún pequeño aporte personal de mis tías abuela y abuela (Luisa) es aun al dia de hoy no olvido
No se si fue mi veintiunica visita a la saboya, mi abuela me llevaba... a mi solo, no a Fernando (mi hno. 3 años mayor). Según dicen la abuela tenía esas preferencias con los nietos y ese era yo. Lo más vívido que tengo es cuando Margot me mandaba a buscar los huevos al gallinero y luego me premiaba con uno fresco, lo pinchaba y yo me lo comía crudo chupandolo. También recuerdo que había una gallina clueca. Estimo que tendría entre 4 y 6 anos (ano 1961/63)
Nuestras vacaciones fueron mayormente a Viila Dolores y/o Laboulage donde vivian mis tíos Gandara (únicos hermanos varones de mamita) y en su mayoría muy poco prolíficos o solteros sin hijos.