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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Recuerdos de Gustavo Dufour: Viaje a Salto (Uruguay)


En esta entrada les entrego la historia del viaje de mi padre Gustavo Dufour a Salto (Uruguay) donde vivan parientes de la familia de Herminia, mi abuela. Son recuerdos de mi padre siendo él un niño. Transcribo a continuación lo que dejó escrito

"Este viaje realizado posiblemente en 1915 o 1916, lo hicimos mi hermano Marcos Juan (Coco) y yo Gustavo Alberto (Vito), acompañados por nuestra abuela María Capdevielle de Gervaso (Meme) y nuestra tía Eufemia Gervaso (Aída).                                                            
El viaje se hacía en barcos de la empresa Mihanovich, barcos con ruedas a cada lado, que salían de dársena sur. La  primera parada se hacía en Colón (Entre Ríos) ciudad importante, porque próxima a ella  estaba el frigorífico Liebig. Uno de cuyos productos el “extracto de carne” era infaltable en nuestras sopas durante el invierno.


Vapor de la Carrera

En esta ciudad se pasaba a otro barco de menos calado porque el río Uruguay era muy irregular en cuanto a la altura de las aguas.
La próxima parada era Concordia (Entre Ríos)  cuyo puerto ponía en evidencia la  variabilidad de la altura de las aguas, porque su muelle parecía una casa de departamentos con varios pisos y se usaba el que mejor se adecuaba al nivel de las aguas para  permitir  el desembarco de los pasajeros y carga.          
En Salto terminaba el viaje porque las características del río no permitían el pasaje de barcos de regular tamaño aguas arriba.
Paramos en casa de la familia Leal, constituida por el Dr Marcelino Leal, su esposa Clelia Scanavino de  Leal y su hija  Alba Leal, casa ubicada en la calle más importante de la ciudad (Salto era la segunda en importancia de la república), calle que llegaba hasta el muelle. La casa  estaba construida según la planta típica de la época, con una entrada  centrada en la fachada  que comunicaba mediante un corredor llamado zaguán con el primer patio. 
El primer patio estaba techado mediante una claraboya con vidrios, que podía desplazarse para que el patio quedara a cielo abierto y así aprovechar el fresco durante las noches de verano
Como esta visita se realizó en verano, época en que la siesta era una institución en esa época, se presentó el problema en qué hacer con nosotros que no dormíamos la siesta y la  solución  encontrada fue encerrarnos en una de  especie de garage ubicado en el frente, cuidados por Aída, hasta que se reiniciaran las tareas de la casa, terminada la siesta.
El principal entretenimiento nuestro era jugar con los hijos del personal de servicio, pues en esa época era muy común, dada la capacidad de las casas que las empleadas tuvieran sus hijos consigo. Estos juegos me costaron, llamémosla una afección a la  garganta, que  arrastro  hasta nuestros días. Una noche jugábamos a los  borrachos con los hijos de la  cocinera y a mí no se me ocurrió  nada mejor que  tomar una botella en la  despensa que creí que era de vino, en cambio era de potasa caústica que se empleaba para limpiar las cañerías por que en esa época no había cloacas. Como por suerte mía no pude destaparla, tomé el corcho con los dientes para hacerlo y supongo que entonces la saliva se  impregno con algo de  potasa y me quemó la faringe, que a la altura de la base del cuello está completamente desviada y pienso que también desaparecieron unos músculos que facilitan la deglución de los alimentos, porque estos, cuando son densos, se detienen en la faringe y debo apretarla con la  mano para que  pasen. Mi evolución  fue bastante lenta porque no podía tragar y creo  que la única  forma en que consiguieron que algo me alimentara, era con té con leche  servido en las  pequeñas tazas de los juegos para muñecas.
Volviendo a la ciudad, lo que mejor recuerdo es el transporte de pasajeros que se hacía posiblemente con dos tranvías tirados por dos caballos, porque había una sola vía en la calle principal, el cruce se producía en la plaza principal, uno daba vuelta a la plaza mientras el otro pasaba de largo.
Los tranvías  eran del tipo que en la  Argentina se conocían con el nombre de jardineras, consistían en una plataforma con techo y bancos transversales para asiento de los  pasajeros. Había dos  pequeñas  plataformas una adelante y otra atrás  para el  conductor y  el guarda. A los  costados había unos estribos que permitían el ascenso y descenso de los pasajeros y el desplazamiento del guarda para cobrar el boleto.


tranvía antiguo
Como el Salto no es muy  llano, tiene calles con  bastante pendiente muchas de ellas no podían ser superadas por los dos caballos que tiraban del tranvía, la solución era un tercer caballo, montado, que esperaba la llegada del  tranvía al  pie de la  pendiente y era  uncido  en la  punta de la vara del tranvía. Llegado arriba se retiraba al caballo que volvía a su puesto a esperar al próximo tranvía.
Que yo recuerde no había muchos paseos para hacer, ir al hotel de Scanavino y de tanto  en tanto al  Daimán, una zona  bastante desértica, a buscar ágatas. Ahora es un lugar urbanizado para esparcimiento del público."   

3 comentarios:

  1. Muy interesante y ameno relato. Mis felicitaciones y con su permiso colocare la url en el grupo Reconstruyamos la memoria de los salteños en facebook

    Cary de los Santos Guibert

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  2. Muy interesante y ameno relato. Mis felicitaciones y con su permiso colocare la url en el grupo Reconstruyamos la memoria de los salteños en facebook

    Cary de los Santos Guibert

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  3. Muy interesante y ameno relato. Mis felicitaciones y con su permiso colocare la url en el grupo Reconstruyamos la memoria de los salteños en facebook

    Cary de los Santos Guibert

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