En esta entrada les entrego la historia del viaje de mi padre Gustavo Dufour a Salto (Uruguay) donde vivan parientes de la familia de Herminia, mi abuela. Son recuerdos de mi padre siendo él un niño. Transcribo a continuación lo que dejó escrito
"Este viaje realizado posiblemente en 1915
o 1916, lo hicimos mi hermano Marcos Juan (Coco) y yo Gustavo Alberto (Vito), acompañados
por nuestra abuela María Capdevielle de Gervaso (Meme) y nuestra tía Eufemia
Gervaso (Aída).
El viaje se hacía en barcos de la empresa
Mihanovich, barcos con ruedas a cada lado, que salían de dársena sur. La primera parada se hacía en Colón (Entre Ríos)
ciudad importante, porque próxima a ella
estaba el frigorífico Liebig. Uno de cuyos productos el “extracto de
carne” era infaltable en nuestras sopas durante el invierno.
Vapor de la Carrera |
En esta ciudad se pasaba a otro barco de
menos calado porque el río Uruguay era muy irregular en cuanto a la altura de
las aguas.
La próxima parada era Concordia (Entre
Ríos) cuyo puerto ponía en evidencia
la variabilidad de la altura de las aguas, porque su muelle parecía
una casa de departamentos con varios pisos y se usaba el que mejor se adecuaba
al nivel de las aguas para permitir el desembarco de los pasajeros y carga.
En Salto terminaba el viaje porque las
características del río no permitían el pasaje de barcos de regular tamaño
aguas arriba.
Paramos en casa de la familia Leal, constituida
por el Dr Marcelino Leal, su esposa Clelia Scanavino de Leal y su hija Alba Leal, casa ubicada en la calle más
importante de la ciudad (Salto era la segunda en importancia de la república),
calle que llegaba hasta el muelle. La
casa estaba construida según la planta
típica de la época, con una entrada
centrada en la fachada que
comunicaba mediante un corredor llamado zaguán con el primer patio.
El primer patio estaba techado mediante una claraboya con vidrios, que
podía desplazarse para que el patio quedara a cielo abierto y así aprovechar el
fresco durante las noches de verano
Como esta visita se realizó en verano, época en que la siesta era una
institución en esa época, se presentó el problema en qué hacer con nosotros que
no dormíamos la siesta y la
solución encontrada fue
encerrarnos en una de especie de garage
ubicado en el frente, cuidados por Aída, hasta que se reiniciaran las tareas de
la casa, terminada la siesta.
El principal entretenimiento nuestro era jugar con los hijos del
personal de servicio, pues en esa época era muy común, dada la capacidad de las
casas que las empleadas tuvieran sus hijos consigo. Estos juegos me costaron,
llamémosla una afección a la garganta,
que arrastro hasta nuestros días. Una noche jugábamos a
los borrachos con los hijos de la cocinera y a mí no se me ocurrió nada mejor que tomar una botella en la despensa que creí que era de vino, en cambio
era de potasa caústica que se empleaba para limpiar las cañerías por que en esa
época no había cloacas. Como por suerte mía no pude destaparla, tomé el corcho
con los dientes para hacerlo y supongo que entonces la saliva se impregno con algo de potasa y me quemó la faringe, que a la altura
de la base del cuello está completamente desviada y pienso que también
desaparecieron unos músculos que facilitan la deglución de los alimentos,
porque estos, cuando son densos, se detienen en la faringe y debo apretarla con
la mano para que pasen. Mi evolución fue bastante lenta porque no podía tragar y
creo que la única forma en que consiguieron que algo me
alimentara, era con té con leche servido
en las pequeñas tazas de los juegos para
muñecas.
Volviendo a la ciudad, lo que mejor
recuerdo es el transporte de pasajeros que se hacía posiblemente con dos
tranvías tirados por dos caballos, porque había una sola vía en la calle
principal, el cruce se producía en la plaza principal, uno daba vuelta a la
plaza mientras el otro pasaba de largo.
Los
tranvías eran del tipo que en la Argentina se conocían con el nombre de
jardineras, consistían en una plataforma con techo y bancos transversales para
asiento de los pasajeros. Había dos pequeñas
plataformas una adelante y otra atrás
para el conductor y el guarda. A los costados había unos estribos que permitían el
ascenso y descenso de los pasajeros y el desplazamiento del guarda para cobrar
el boleto.
tranvía antiguo |
Como el Salto no es muy llano, tiene calles con bastante pendiente muchas de ellas no podían
ser superadas por los dos caballos que tiraban del tranvía, la solución era un
tercer caballo, montado, que esperaba la llegada del tranvía al
pie de la pendiente y era uncido
en la punta de la vara del
tranvía. Llegado arriba se retiraba al caballo que volvía a su puesto a esperar
al próximo tranvía.
Que yo recuerde no había muchos paseos para
hacer, ir al hotel de Scanavino y de tanto
en tanto al Daimán, una zona bastante desértica, a buscar ágatas. Ahora es
un lugar urbanizado para esparcimiento del público."
Muy interesante y ameno relato. Mis felicitaciones y con su permiso colocare la url en el grupo Reconstruyamos la memoria de los salteños en facebook
ResponderEliminarCary de los Santos Guibert
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Muy interesante y ameno relato. Mis felicitaciones y con su permiso colocare la url en el grupo Reconstruyamos la memoria de los salteños en facebook
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